martes, 20 de mayo de 2008

El País donde los Malos Siempre Ganan

He llegado a una conclusión sobre la triste realidad de mi país. No se si esto se repite en otros lugares, pero en Guatemala así es.

La realidad es la siguiente: A diferencia de lo que uno suele ver en las películas y leer en los libros, los malos son los que generalmente ganan. Según mi apreciación, esto se da porque no hay incentivos para ser buenos, no hay certeza de castigo para los malos, y la relación costo/beneficio es demasiado baja para ellos, lo que hace que tengan un gran incentivo para hacer las cosas malas.

Para poner algunos ejemplos:

  1. Si hay una fila o cola, por algún accidente de tránsito, o por tráfico normal, siempre el que se mete en doble fila, en contra vía, se pasa los semáforos en rojo o rebasa abusivamente, es quien pasa primero. La gran mayoría de las veces sale impune, sin siquiera una remisión que pagar. Encima de todo se puede hasta dar el lujo de apuntar con una pistola a quien no lo deje pasar, o le recrimine tocándole la bocina. Puede pasar riéndose en la cara de todos los “pendejos” que están haciendo fila.
  2. Una persona decente, sin mucha preparación académica, puede ganar el salario mínimo, establecido por la ley, que con suerte llegará a los $7 diarios. Eso lo consigue un marero o simple ratero que se sube a una camioneta y roba Q5 a cada pasajero, o con un celular que logre robarse en la calle. El riesgo de que sea detenido “in fraganti” por la policía es sumamente bajo. En caso sea apresado, tiene la casi certeza de que como máximo va a estar 2 días en la cárcel antes de salir libre de nuevo. Hasta de descanso le sirven los 2 días, para ir a ver a todos sus amigos en la cárcel, y aprender nuevos “trucos”. Entonces, el incentivo de ser bueno, versus el de ser malo, no se compara.
  3. Un político que no quiere caer en la trampa de la corrupción. Quiere hacer las cosas bien, aunque todo a su alrededor es una porquería. Lo más probable es que no pueda denunciar a quienes manejan la corrupción, pues ha sido amenazado y amedrentado. Recibe diariamente solicitudes de favores y privilegios de parte de diferentes grupos de presión, sindicatos, empresarios corruptos, políticos ladrones, congresistas, etc. El los rechaza, poniendo en riesgo su trabajo, su vida y hasta su familia. Para ajuste de penas, lo más probable es que por esa negación a recibir dinero a cambio de favores, sea removido de su cargo, con campañas mediáticas en su contra, y con su reputación por los suelos. El político corrupto, simplemente se hace de la vista gorda, recibe sus sobornos, ve la corrupción desfilar frente a su nariz, se vuelve un vividor del sistema, se justifica a sí mismo pensando que así es como funciona la cosa, y que él está haciendo un bien a su país, y que lo menos que puede el país hacer por él es eso, se enriquece, y al final de su período sale tranquilo, su situación económica resuelta, y tranquilo de que aunque alguien investigue, no van a encontrar nada, y aunque encuentren algo, ninguna acción judicial podrá prosperar en su contra.
  4. Un chofer de camioneta chocó a mi esposa en su carro ayer. Gracias a Dios el accidente fue leve, y no fueron más que daños materiales al vehículo. El chofer se dio a la fuga. Mi esposa le informó a un policía de tránsito, que estaba en el lugar, quien a su vez avisó a su compañero que se hallaba en la siguiente parada de bus. El otro policía detuvo al chofer, quien negó rotundamente haber sido quien chocó a mi esposa, y diciendo que seguramente había sido algún otro bus. Afortunadamente pagamos seguro por el automóvil, y la compañía se hará cargo de la reparación de los daños. Lo triste del asunto es que aunque hubiera llegado el ajustador de la aseguradora, el piloto no hubiera terminado aceptando la culpa. Luego, aunque la aceptara, lo más probable es que dijera que él no podía hacerse cargo de la reparación, y el seguro igual tuviera que asumir los costos de reparación. El chofer, se levantó hoy en la mañana, y ni siquiera se acordó del accidente que provocó ayer. Nosotros tendremos que pagar el deducible, y lo más difícil de todo, quedarnos sin un carro al menos por 2 semanas, en lo que se reparan los daños.

Como éstos se podrían mostrar muchísimos casos más. Hace unos meses surgió de nuevo la polémica por la pena de muerte. Sin entrar en ese debate, lo importante no es la severidad de la pena, sino la certeza del castigo. Es necesario que la situación completa cambie, para que existan los incentivos para hacer las cosas bien, y que aumente el riesgo de hacer las cosas mal.

Lo más triste de la situación es que no se mira una solución. Ayer escuchaba un dato muy triste: Del presupuesto general de la nación, el deporte recibe más recursos que el sistema de justicia completo. Ni modo que podríamos esperar algo diferente.

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