martes, 15 de abril de 2008

El propósito de ser Feliz

Últimamente he meditado mucho acerca de la felicidad. Considero que es difícil encontrar en éste mundo a una persona que no tenga la felicidad como una de las metas de su vida. Todos la quieren, pero sin embargo, no todos la tienen.

Podemos decir algunas cosas como las que siempre se dicen, como por ejemplo, que la felicidad es un viaje, no un destino. También podría decir cosas como que el dinero no compra la felicidad. Hay un sin fin de dichos y frases que se refieren a la felicidad.

Prefiero, sin embargo, decir lo que yo he pensado. Yo llegué hace poco tiempo a la conclusión de que quiero ser feliz. Me tracé ésta meta, es lo que quiero en ésta vida. Para conseguir ésta felicidad, hay una serie de cosas que quiero conseguir. Entonces preparé un listado de metas para éste año 2008.

Estas metas están en diferentes categorías:

  1. Espirituales
  2. Salud
  3. Familia
  4. Amigos
  5. Educación
  6. Trabajo
  7. Negocios
  8. Casa
  9. Finanzas
  10. Entretenimiento y Ocio.

Estas metas las tengo escritas en mi computadora, y en mi celular, para revisarlas constantemente. Obviamente he tenido que ir corrigiendo algunas, por diferentes circunstancias que se han ido dando en éstos meses. Todas son metas realistas, pero que me exigen en todos los aspectos de mi vida.

Esto es un proceso, y poco a poco deberá ir mejorando. He pensado, por ejemplo, que está excelente de tener la meta de ser feliz, y también tener metas de corto plazo para saber como lo voy a conseguir en éste año. Sin embargo, debo de tener metas a mediano y largo plazo, por ejemplo, como me veo en 10, 20 o 40 años.

Sin embargo, y creo que aquí viene lo más importante de todo, es que las metas no me muestran el punto donde voy a ser feliz. El hecho de hacer lo que está escrito en estas metas, me debiera de dar la felicidad cada día que pasa. Si algo no me ayuda en el proceso de ser feliz, entonces debiera desecharlo.

Por supuesto que todo en un marco de valores y principios, por ejemplo, no estoy diciendo “Tengo problemas con mi esposa, mañana me divorcio”, o “Necesito aquel negocio, voy a dar mordida o soborno, si me lo piden”. En mi caso tengo una serie de principios y valores que no negocio. Por ejemplo, si esa esposa escogí, puedo escoger luchar cada día para que la relación mejore, y no tomar el camino fácil de la separación. Esto tampoco excluye la posibilidad de que aunque yo lo intente, la situación no mejore, se vuelva insostenible, y ya no haya nada más que hacer.

En mi opinión, he hecho un compromiso: “Voy a ser feliz, cada día que pasa, con lo que tengo o no tengo, con lo que me sobra o me hace falta, con quienes me rodean, haciendo lo que hago”. Esto no implica en ningún momento ser conformista, o no ver al futuro y querer algo mejor. El día que yo diga que ya llegué a donde quería llegar, me preocuparé si no me he trazado nuevas metas. Siempre con la mirada puesta en el futuro, pero viviendo el presente al máximo.

Y por último, el punto donde creo yo que falla la mayoría de personas en la búsqueda de la felicidad. No miran lo que tienen, sino lo que no tienen. No importa cuántas cosas buenas tengan en su vida, por detalles se vuelven infelices. A veces son cosas como el carro nuevo que compró el vecino, el comentario que hizo aquél compañero de trabajo, la mirada que me hizo fulanito, lo que quiero pero no puedo comprar.

Cuando analizo de una forma macro todo lo que he vivido, son pocos los acontecimientos que han marcado mi vida de una forma tan importante, que pueda decir que me dieron o me quitaron la felicidad. Por lo tanto, cada día tengo que pensar si las cosas que me suceden son lo suficientemente importantes como para que tire en la cama y caiga en depresión, o me enoje tanto que me de un ataque cardíaco.

El principal obstáculo para alcanzar la felicidad, en muchas ocasiones, es uno mismo.

La felicidad es una decisión personal. Yo decido ser feliz, no importa si se murió el perro, se enfermó un familiar, perdí mi empleo, me estafaron, me accidenté, o me miró feo el vecino.

Cada día que pasa, tengo que levantar la cabeza, mirar al Cielo, decir: “Gracias Dios, por éste nuevo día que me mandas para ser feliz”, luego vivir cada instante al máximo, no quitarme la felicidad por cosas que en el contexto global de mi vida no tienen importancia, y ¡Ser feliz!

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